Comer en Bilbao en los mejores Restaurantes

Bilbao es cada vez una ciudad más abierta al mundo. Ha dejado atrás su pasado minero y metalúrgico y busca convertirse en un referente cultural y turístico del norte de la península. Gracias a esta apertura, la villa ha  multiplicado el número de inmigrantes que recibe anualmente desde variados países. Una de las comunidades que más se ve por nuestras calles estos días es la comunidad árabe, que ha traído consigo su maravillosa gastronomía.

En el la zona de Bilbao la Vieja, Bilvi para nosotros, se han asentado parte de estas gentes. Allí podemos encontrar el restaurante BereBar, que ofrece comida tradicional árabe a precios irrisorios. El local, de apariencia un poco abandonada, puede echar para atrás a los más “prejuiciosos”, pero si os animáis a entrar os aseguro que no os arrepentiréis. Estáis en tierras árabes, en toda su esencia, sin salir de Euskadi y la experiencia merece la pena. Venid conmigo, yo os lo muestro.

Curiosa zona esta de Bilvi, antaño la más degradada con diferencia de la ciudad, sus calles eran sinónimo de droga y delincuencia. Ahora,  resquicios de estos males conviven a la perfección con restaurantes de moda, tiendas de ropa de diseñadores de vanguardia, galerías de arte y pubs de ambiente. Un poco de todo. Lo más in y lo más out en el mismo distrito. Nuestra Chueca o, como también lo he oído llamar, el Soho Bilbaíno. Un digno paseo si se es nuevo en esta ciudad. Y todo ello en el centro de Bilbao, a escasos 10 minutos de paseo de la parada de metro de Abando.

Sí, ya sé que siempre digo lo mismo, pero es que Bilbao es muy pequeñita. Yo tengo un amigo que dice que Bilbao es una ciudad de “un piti”. Todo está a un piti de distancia de todo lo demás:

-”¿Dónde estás?”
-”En la uni”.
-”¿Cuánto tardas en llegar a casa?”
-”Un piti”.

-”¿Dónde estás?”
-”En San Mamés, saliendo del partido”.
-”¿Cuánto tardas en llegar al restaurante?”
-”Un piti”.

Bueno, a centrarse que me lío. El restaurante está en la calle San Francisco, y si subes por la calle Bailén te lo encontrarás justo frente a ti al cortar con San Francisco. No tiene pérdida.

Lo primero que llama la atención al entrar es que el BereBar está lleno de árabes. Repleto. Hasta las trancas. Si tienes suerte también verás algún autóctono por allí, algunos de poteo y otros tomando un vino en bata y zapatillas de casa, para algo estamos en la calle San Francisco de Bilbao.

También tiene un comedor divido en dos salas que da cobijo a unas ocho mesas y que siempre, sin excepción, está lleno. Imprescindible reservar si se va en fin de semana.

Está decorado con carteles y motivos típicos árabes, y aunque limpio, no os voy a mentir: tiene todo un aspecto desharrapado mezcla entre Cuéntame y Marruecos profundo que echa para atrás. Pero ¿a qué hemos venido aquí, a comer o a juzgar la decoración?

Además de la carta, en BereBar tienen un menú degustación que es el que hay que pedir sí o sí. Se compone de siete platos variados y cuesta 17 euros. Incluye el vino, no recuerdo el nombre, pero bastante bueno para ser peleón.

Os copio el menú:
-R’Himaz (crema de garbanzos que yo siempre había llamado humus)
-Ensalada de la casa.
-Brique de atún.
-Falafel.
-Mosaka.
-Cuscús de cordero o pollo.
-Postre: té con hierba buena y pastas.

Como veis, no hay nada del otro mundo. Al fin y al cabo su dieta es mediterránea y sus materias primas son las mismas que las nuestras.

De lo mejor, el r´himaz. Es un puré de garbanzo que se hace con tahín (crema de sésamo, cuya textura es parecida a la de cacahuete), garbanzos y limón. Está delicioso: lo sirven con aceite de oliva, pimentón y alguna especia más. Se unta en el pan ácimo con el que lo sirven. Es una auténtica locura y la mayoría de la gente lo adora, a pesar de las reticencias previas de muchos al puré de garbanzos.

A mí me encanta. Una vez compré el tahín y manos a la obra que me puse a prepararlo en casa. El resultado fue desastroso, pero lo seguiré intentando hasta que le coja el punto.

La ensalada de la casa, aunque preparada con ingredientes normales, también está muy buena. El secreto está (creo yo) en cómo cortan los ingredientes: picaditos, picaditos. Además del aliño, claro, que no es la típica vinagreta y realza el sabor de las verduras.

El brique de atún es un rollito de atún acompañado de salsa, si no me engaña mi paladar, de alubia blanca. Está genial.

El falafel seguro que todo el mundo lo conoce, porque los kebabs lo han internacionalizado ya. Son unas croquetas de garbanzos que tras ablandarlos en agua se pican y se rebozan, mezclados con ajito y perejil, antes de freírlos. A mí no es lo que más me gusta del menú, pero he de decir que es el falafel más rico que he tomado. Lo ponen con la típica salsa de yogur, que también está buena: mucho más fina y sabrosa que la de los kebabs tradicionales.

La mosaka sí que es para llorar. Fíjate que yo pensaba que era una receta tradicional griega exclusivamente, pero estaba equivocada, se ve que también es un plato típico árabe. Cada cual se lo apropia. Ya veis, los moros y los cristianos ni en eso estamos de acuerdo…

La preparan con berenjenas y carne picada de cordero. Por encima lleva una finísima capa de quesito fundido muy suave.

Normalmente, cuando llega la hora del cuscús yo ya empiezo a estar a punto de explotar. Lo sirven en los típicos tajines de barro cónicos. Viene acompañado de distintas verduras cocidas y la carne en salsa. Suele tener calabacín, calabaza, berza, zanahoria. Y lo ponen con un sofrito de cebolla caramelizada y uvas que dan ganas de quedarse allí a vivir. ¡Riquísimo!

Como postre proponen el tradicional té verde a la hierba buena (hiperazucarado, pero delicioso) y unas pastas. Las pastas se me hacen duras y pegajosas. Por las almendras que llevan me recuerdan en el sabor perronillas de Ciudad Rodrigo.

Os dejo la cuenta, 17 euros del menú por cabeza.

El BereBar es un sitio muy recomendable donde se come deliciosamente comida árabe, pero le voy a poner sólo tres cocineros por dos motivos. Primero, que el local es feo a rabiar y segundo, que cuando yo empecé a visitarlo, allí por mis años universitarios, el menú era algo (aún) más barato y servían un plato más: un triangulito de pollo con almendras buenísimo. Se ve que la crisis nos afecta a todos por igual.