Comer en Bilbao en los mejores Restaurantes

El restaurante Left Bank, en el centro comercial Zubiarte, es un sitio raruno. Yo he estado varias veces y, a pesar de que no me gusta mucho, siempre termino por volver. Es como si con el tiempo se me olvidasen las pequeñas cosas que me disgustan del sitio.

Mi chico va muy a menudo a comer el menú del día con su abuelo y su tío, y a los tres les gusta. Y bastante. Quizá influenciada por ellos, yo siempre termino volviendo, para darle una nueva oportunidad. Sin embargo, me vuelvo decepcionada por algo, aunque, curiosamente, en cada visita el motivo varía. Siempre hay alguna sorpresa desagradable.

Lo primero que me desagrada del local, situado en la planta dedicada a la restauración de Zubiarte, es que normalmente, hay un señor en la puerta esperando cazar a los clientes que pasan por allí. Como si los platos que exponen a diario en unas vitrinas frente al local no fuesen suficiente reclamo.

El hombre es muy insistente, no se da por vencido. Cuando pasas por allí, se acerca a ti y te ofrece su menú. “¿Queréis comer el menú del día, chicos?”. “No, gracias”. “Hoy tenemos ensalada de bacalao de primero, seguro que te gusta el bacalao”. “No, la verdad es que no como pescado”. “Pues también tenemos carne”. Y otras veces: “¿Queréis comer un chicos?”. “No gracias, ya hemos comido”. “Pues tomad un café”. Te hace sentirte hasta mal, por Dios.

Una de las primeras veces que fui, tardaron mil años en atendernos. Nos tomaron el pedido rápidamente, pero parece que se fueron a buscar los macarrones a Italia. Después, cuando pedimos la cuenta, estuvimos a puntito de irnos sin pagar por pasaron más de 20 minutos desde que la solicitamos hasta que la cuenta apareció. Fuimos unos cuantos compañeros de trabajo y todos llegamos tarde a trabajar.

La vez que aquí os muestro nos acercamos cuatro amigas. Ninguna tenía que trabajar después, así que sin presiones. Pedimos tres menús del día y una de nosotras se pidió el plato combinado infantil. Se supone que es sólo para niños, pero diré a favor del sitio que no pusieron pega al servirlo.

Yo empecé con una ensalada mixta.

Dos pidieron  sendos platos de pasta boloñesa. No estaban mal. Aceptables.

Este es el plato combinado infantil de mi amiga. Para mí, esa pechuga y ese huevo podían haber salido de la freidora un par de minutillos antes.

De segundo pedimos codillo. Seco como la pata de un santo, ‘desaborío’ y tristón. Por no hablar de esa ensalada blandengue que venía de guarnición.

Yo me pedí un pescado. Creo era zapatero, pero me dijeron que ya no quedaba, y que me lo cambiaban por otro pero con la misma guarnición del que yo había pedido. Después de tardar muchísimo en traerlos (mis amigas casi habían terminado sus respectivos segundos), apareció esto que veis aquí. Seco, demasiado hecho. Obviamente, no me trajeron la guarnición que había pedido.

Alguna se pidió el filete, que, aunque no tan pasado como el resto de los platos, también estaba demasiado hecho para mi gusto. ¿Tanto cuesta preguntar al comensal cómo prefiere la carne? No, mucho mejor quemarlo todo, para así disimular cualquier tipo de sabor. Además, la carne era correosa, de mala calidad.

No tengo fotos de los postres, pero sí puedo decir que sirven un flan casero con canela que está bastante bueno. En cuanto a la carta, tienen una ensalada de foie con beicon crujiente que también está muy bien.

Otras veces he ido y no me he encontrado con tan mala comida, pero siempre hay algo: cuando no van tardísimo, se les ha terminado la mitad del menú. Otras veces, la camarera tiene mal día y de verdad que pueden llegar a ser bordes. En alguna ocasión se han confundido y me han cobrado mal… Vamos, que siempre hay algo.

El menú del día cuesta 12,50 euros. Por ese precio os puedo recomendar veinte locales donde comer un menú del día más elaborado, sabroso y donde no juegues a la ruleta rusa con la atención.

Además del menú del día tienen menú degustación y menús concertados. Por otro lado, está bastante cerca del Museo Guggenheim.