LA FLORINDA
El otro local de la AlhóndigaBilbao
Como Llegar
- En el Edificio Alhóndiga Bilbao Plaza Arriquibar, 4. 48010, Bilbao.
- 946 072 218 "Indicar al Reservar COMER.ES para trato especial"
- 20 € - 25 €
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Dentro del edificio de la AlhóndigaBilbao, además del restaurante Yandiola, del que ya os hablé aquí, encontramos también el restaurante La Florinda. Es un local alegre que sirve una comida más casual que la de su compañero de recinto, que se inspira en distintos platos internacionales. Su cocina se basa, sobre todo, en la dieta mediterránea y oriental, y además ofrece muchos platos vegetarianos.
Yo estuve hace un par de meses con unos amigos y aquí os muestro lo que tomamos.
En el local se puede comer en las mesas o en la barra, lo que está muy bien, porque desde allí puedes observar la actividad de la cocina desde primera fila, ya que ésta está situada justo en el centro del local. La decoración, como os he dicho, es muy alegre y tiene ciertos toques ‘modernosos’ .
Además, si tienes prisa y no te da tiempo a pararte a comer, tienen una zona de ‘take away’ con comida refrigerada que no pinta nada mal. Si no recuerdo mal, tenían sándwiches, ensaladas, zumos, gazpachos… Vamos, lo básico para sacarte del apuro. No se me ocurrió fijarme en los precios de la comida para llevar, así que no os puedo decir si sale rentable o es un robo.
Tienen, también, un menú del día ‘especial’ en el que por 10 euros te sirven cualquier plato de la carta, más postre y bebida. Me parece un poco caro.
Además, los fines de semana de 9.00 a 12.00 tienen un ‘brunch’. Últimamente escucho esa palabra a todas horas. Y mira que es fea. El ‘brunch’ es una comida que se hace entre el desayuno y el almuerzo, de ahí su nombre, una combinación de ambos términos (braeksfast y lunch).
A ver, se supone que es algo muy típico en los países anglosajones. Pues bien, yo he pasado varios veranos de mi vida en Inglaterra e Irlanda aprendiendo inglés, y nunca jamás tomé un brunch. Y si lo hice, no me enteré. También es cierto que las familias de acogida para estudiantes no se suelen caracterizar precisamente por la abundancia de comida que sirven.
Yo desayunaba cereales, zumos y a veces (muy rara vez) beicon y salchichas. Y después, a las 12 del mediodía me comía el almuerzo que me preparaba la familia con que vivía, y que solía consistir en un sándwich de pan de molde, una mini bolsa de Lays (que en Inglaterra se llaman Walker), una chocolatina y un mini zumo radiactivo de naranja. Joder, qué mal comen los ingleses.
Cada vez que volvía de mis veranos en el Reino Unido, lo hacía con unos cuantos kilos de más. No tenía mucho presupuesto (siempre he ido con becas) y como, literalmente, me moría de hambre, siempre acababa el día en el McDonald´s. Y eso que me comía todo lo que ponían. No soy yo de hacerle muchos ascos a la comida, así que me comía los sándwiches de atún y pepino (que por cierto, ahora me encantan), los de huevo cocido con brotes de algo verde que nunca más he vuelto a ver, los de jamón cocido untable (¡sí, untable!) y las demás mierdas que me daban.
Pero aún así, tenía hambre. La cuestión es los horarios. Una persona que se come un sándwich a las 12, a las 3 de la tarde está muerta de hambre. Eso no es comer, es un puto hamaiketako, no una comida. Consecuencia: visitita al McDonald´s.
Bueno que me lío. Volvamos al tema. Aquella noche, de entrante, pedimos una ensalada Capresse, de mozzarella, para compartir entre tres. Aquí la tenéis. No tengo queja, normal. Quizá, se nos quedó pequeña para tres, pero también se quedaría pequeña para dos y, si me apuras, para uno que vaya con hambre también.
Julio, de segundo, se pidió un ‘Timbal de patatas a la sartén’, que es este revuelto de huevos, patatas y pimiento que estaba muy bien.
Y Javi y yo pedimos para compartir entre los dos una moussaka y un ratatouille. Los dos platos nos gustaron, estaban buenos, aunque ninguno fue como para sacarnos la lagrimita. A mí sobre todo me gustó el ratatouille, porque como la moussaka que ponen en el BereBar no he vuelto a encontrar ninguna.
Para beber, elegimos este vinito que nos alegró la cena a los tres.
Como ya he dicho, La Florinda es un local para tomar comida casual que no está nada mal, no es caro, la comida tiene una calidad aceptable y es verdad que los dos camareros que nos atendieron fueron muy amables y simpáticos. Sin embargo, hay algo en este sitio que me descoloca. Quizá sea la decoración, que es demasiado fashion, o que se dan unos aires de modernidad o de hippichick de los que carecen y que se reflejan, por ejemplo, en el nombre de algunos platos o en la mariconada esa del brunch. De toda la vida de Dios en Bilbao se hace hamaiketako, coño. No me quejo de la comida (quizá las raciones algo escuetas) ni del precio, buena y muy asequible respectivamente, si no del rollo del local, que no me acaba de gustar.
Sin embargo, como para gustos colores, os animo a visitarlo, porque como he dicho, la comida está bien y quizá a vosotros sí que os guste el ambiente. yo, de hecho, no tengo inconveniente en volver, pero La Florinda no es de los primeros de mi lista.
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Crítica gastronómica de Comer.es
muy buena pinta todo, pero comparto tu opinion con lo de que el local es demasiado fashion y que las raciones como vayas con un poco de hambre…ummmmm.
al menos este sitie el baño al lado,no como el yandiola.jeje.
Era necesario usar tantas palabrotas para el artículo, tenías mal día? la regla?
Mi profesora de lengua del colegio me decía siempre que el castellano es una lengua muy rica y que cada palabra hay que usarla en su momento. Por eso, si hay que decir coño, hay que decirlo. Y no recorcholis.
muy buena pinta todo, pero comparto tu opinion con lo de que el local es demasiado fashion y que las raciones como vayas con un poco de hambre…ummmmm.
al menos este sitie el baño al lado,no como el yandiola.jeje.
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