Comer en Bilbao en los mejores Restaurantes

Hace poco fue mi aniversario con mi chico. Para celebrarlo nos animamos a tirar la casa por la ventana y nos plantamos en Mina, local que muchos consideran el mejor restaurante de Bilbao. Bajo la batuta de Álvaro Garrido, una joven promesa de nuestra cocina que asegura el relevo generacional en el mundo de la gastronomía vasca, Mina es uno de esos restaurantes que se conoce gracias a la mejor publicdad posible: el boca a boca.

Sólo ofrecen un menú degustación de siete platos. Cuesta 52 euros más IVA, con el vino a parte. Aunque Mina no es barato, la experiencia merece la pena.

Está situado en el Muelle Marzana, a la vera de la ría, en Bilbao la Vieja. Es un local minimalista de aspecto pulcro. Las mesas tienen suficiente espacio entre sí. La atención y el servicio de sala es excelente. Tan exquisita como su comida.

El otro día nos encontramos con tulipanes en las mesas. Fue una gran sorpresa, porque son mis flores preferidas.

Siempre ponen pan y aceite. Me gustaría que tuviesen otros tipos de pan para elegir, como de maíz, que me encanta.

Cuando te presentan el menú te dan la opción de cambiar algún plato que no te guste o te apetezca, así que nadie vaya con miedo de lo que se va  a encontrar.

Esto es lo que comí yo la última vez.

Mejillón con jugo de coco y citronela, algas y pulpa de tomate pincante. Este fue el plato que más nos gustó a ambos. Es una pena que la foto no haga justicia a la explosión de sabores que nos encontramos al degustarlo, todos perfectamente marcados y compensados.  Con un único bocado se diferenciaba cada matiz de sabor:  el coco, el limón de la citronela, y el tomate ligeramente picante. Una sorpresa. Sobre todo para mi chico, que no es muy amigo de probar platos nuevos y cualquier cosa más elaborada que una chuleta o un solomillo al queso le da miedito. Me hizo tan feliz verde rebañar el plato, untar pan y ver su cara. Sólo por eso merece la pena pagar el sitio.

La cebolla morada de Zalla. Una oda esta hortaliza. Todo en el plato era cebolla: crema de cebolla (impresionante), gelatina de cebolla, cebolla deshidratada, teja de cebolla… Si ya fue una sorpresa ver cómo mi chico disfrutaba del plato anterior, lo de este era para haberlo grabado. Iker no había comido cebolla en su vida: “Es que me hace llorar. No me gusta”. A pesar de que, como ya he dicho, te dan la opción de cambiar, animé a Iker a probar. Le encantó. Desde ese día, come cebolla. Da gusto ver cómo la gente descubre el mundo de la gastronomía poco a poco, dejando atrás sus prejuicios. Yo siento que le estoy enseñando algo básico, como a leer.

Kokotxa de bacalao sobre crema de patata y foie a la pimienta. Si volviese a encontrarme este plato en el menú, probablemente lo descartaría. No me acabo de convencer. La crema de patata me resultó demasiado cremosa. Yo soy muy especialita para las texturas, todo aquello que me recuerde un poco al lácteo me echa para atrás. Además, el sabor del foie se perdía entre la crema de patata, lo que me parece toda una pena. No estaba malo, simplemente, de Mina espero que todo me encante. Seguro que la otra opción lo hubiera hecho.

Merluza acompañada con sopa de pimentón. Otro sobresaliente. Esa merluza tierna, la piel crujientita, y la sopa. Joer con la sopa. Pimentón en estado puro. Me transportó a Galicia, a los veranos que he pasado allí de niña comiendo oreja de cerdo, pulpo… Cuando voy a comer por ahí y me hacen sentir como Anton Ego, me han ganado. Los platos que te tocan la friba sensible son los mejores. Por cierto, las habitas increíbles.

Cabrito ‘Azpigorri’ con crema de manzana y setas de temporada. En este momento de la cena ya estaba llegando yo a mi punto rotura estomacal, sin embargo, no puede evitar rebañar. Siempre me han encantado las salsitas de frutas, y esta de manzana no defraudó.

Los postres fueron muy acertados también. Este primero es cremosos de pistacho y chocolate blanco, biscuit de requesón, limón helado y pera balsámica. El sabor de la crema de pistacho era tan intenso como su color. Un postre muy fresco, y a pesar de la iamgen que da, muy ligero.

En cuanto al chocolate con chiboust de Bourbon, todo un regalo para los amantes de esta bebida. Las gelatinas eran de whisky y se deshacían en la boca.

Acompañamos la cena con un Quíbia del 2009. Nos encantó. Muy aromático, fresco y afrutado, con el toque justo de amargo. Perfecto con el calor que hacía.

Mina es visita obligada en Bilbao. El lugar perfecto para una noche perfecta. Si te puedes permitir tirarte un largo, no lo dudes. 5 cocineros.